Para los seguidores: debido a una catarata de inconvenientes técnicos, en las últimas semanas no he podido colgar videos nuevos ni actualizar el blog. Espero retomar pronto el ritmo de antes.
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Escuchamos es un programa para jóvenes y adolescentes que se transmite de lunes a viernes a las 4:30 pm a partir de la última reestructuración de Canal i, que arrancó en el último trimestre de 2010. Sus conductores Erika Csiszer, Gesaria Lapietra y Martín Imhof provienen de producciones ya desaparecidas de la estación, como Hiperespacio, Fusión o Brujas.
Lo que más me llamó la atención de Escuchamos es que, aunque está dedicado casi íntegramente a la transmisión de videoclips, sus animadores hablan muy poco de música. Al menos de la música como fuente de conocimiento cultural.
Escuchamos dura 2 horas y media, es decir, 150 minutos. Hay una hora de música pop, luego otra de rock y termina con media hora “latina”. Grabé la emisión del pasado martes 7 de diciembre de 2010, utilicé un cronómetro y obtuve resultados asombrosos que hablan de la televisión que se hace hoy en Venezuela.
86 minutos (57% del espacio) se emplearon en la difusión de 26 videoclips: de ellos, 23 extranjeros y 3 nacionales.
35 minutos duraron los cortes publicitarios (23%).
Durante un total de 15 minutos, Csiszer, Lapietra e Imhof estuvieron frente a una laptop o sus aparatos Blackberry leyendo mensajes de televidentes en Twitter (10% de programa).
Es decir, restaron apenas 14 minutos (9%) para que los animadores se comportaran como animadores, por lo menos según mi concepción prehistórica del entretenimiento. De estos 14 minutos habría que descontar, además, el tiempo que se empleó para repetir los teléfonos y cuentas de Twitter del programa (por lo bajito 50%).
En mi pueblo a eso lo llamamos la ley del mínimo esfuerzo. Televisión sin invertir ni una puya, sin crear, sin salir del confortable estudio.
Como espectador de la generación de los que no han llegado a los 40 años y se sienten dinosaurios, me aburre solemnemente prender un televisor y observar a alguien que mira su computadora.
No condeno la interacción, pero debería haber alguna manera de seleccionar sólo las publicaciones de Twitter realmente ingeniosas y que valgan la pena. Imagino que leer tweets al final se convertirá en una tortura con cables pelados para los pobres animadores.
Quizás se podrían colocar en una barra en la pantalla, aunque supongo que eso arruinaría los ingresos por mensajería de celular (por cada SMS se cobran 1,50 bolívares).
Cuando yo era adolescente, mi programa favorito de videoclips era Sonoclips, del canal RCTV, donde gente como Eli Bravo me orientaba hacia la música alternativa que no ponían en la radio. Allí descubrí, por ejemplo, a Ofra Haza o The Sugarcubes.
En Escuchamos, el único que cumple la función de hacer recomendaciones personales es Martín Imhof, baterista de la banda venezolana de punk Sónica que conduce la hora de rock. A pesar de su exceso de anglicismos al expresarse, Imhof también parece el más preocupado por darle una plataforma al talento nacional, y gracias a él me enteré de que existe un grupo metalero venezolano con una canción con cuyo título me identifico: “No creo en nadie”.
No estoy de acuerdo con la Ley de Contenido porque, en la era del iPod, nadie puede obligar a otra persona a que le guste la música venezolana o folclórica. También es muy sabroso exigir producción nacional de videoclips, telenovelas o concursos en el contexto de una economía general que no estimula a invertir un centavo en Venezuela. Sin embargo hay que guardar un mínimo de apariencias. El pasado miércoles, antes de que Escuchamos fuera interrumpido por una cadena, se habían transmitido 19 videoclips y los 19 fueron extranjeros.