lunes, 22 de octubre de 2012

Líderes positivos

 Las camisas de Carlos Fraga: ese tipo de ropa que yo jamás me pondría, pero que admiro cuando otros tienen la valentía de usarla


Trataba nuevamente de buscar una explicación para el país y para mi propio naufragio privado después de las elecciones y me puse a ver a Carlos Fraga (La vida es hoy, Televen, 30 minutos, de lunes a viernes a las 7:30 am).

En principio, le presté a la llegada de Fraga a Televen el mismo interés que a la del "Ángel" Gabriel Novoa a Venevisión: ninguno. Creo que la ciencia y ponerse en cualquier tipo de actividad ayudan más a salir de la depresión que la autoayuda o el esoterismo. Pero de la misma manera que la doctora Nancy, que maneja algún tipo de instrumental de psicología aplicada, me parece mejor (alguien dirá: menos peor) conductora para un talk show que sus colegas, distingo en Fraga un líder positivo, si se me permite invertir aquella cuchitura de líder negativo que algunos inventaron para los pranes de las cárceles.

En el amenísimo libraco de historia cultural Del amanecer a la decadencia (2000), cuya lectura (ya en forma de páginas desguazadas para su cómoda transportación) retomé en la cola electoral de 5 horas, Jacques Barzun sostiene que no hay nada más engañoso que la palabra “realista”: todas las experiencias humanas, incluso la de un tipo que asegura hablar con los muertos, son percepciones subjetivas de la realidad, y por lo tanto, realistas. En el caso de Carlos Fraga, por lo tanto, diría que más que un realista es un “aristotélico”: propone herramientas basadas en hechos materiales concretos y en la experiencia fáctica, más que en ideales o soluciones místicas o mágicas.

Y rescato eso por encima de que proponga un hashtag algo anticuado (no hace falta perder un valioso carácter con #VivirEnConsciencia cuando puedes ahorrarte perfectamente una "s"), de que su material de apoyo fotográfico sea bajado de Internet y más-de-lo-mismo o que solo le escriban mujeres que desahogan sus rollos de jevitas. Ejemplo: “Tengo 33 años y a mis papás no les gusta que mi novio tenga 24”
Veamos. En el programita de media hora dedicado a "La envidia", Fraga (ya suficientemente admirable por sus camisas, un modelo para la redefinición de un canon de vestuario semiformal tropical) indica que el bien y el mal habitan por igual dentro de mí “de la misma manera que la diástole y la sístole”. Y sostiene: “Todos hemos sentido envidia, la envidia tiene que ver con nosotros, con la parte oscura que debemos reconocer”. No puedo estar más de acuerdo. Como pauta o frase para que uno repita e interiorice, propone: “Todo aquello que niegues estás condenado a repetirlo, todo aquello que reprimas lo proyectarás afuera y todo aquello que aceptes te libera”. Casi nada, monada.


En los 30 minutos sobre el tema “Reentender el amor”, Fraga advierte que “el color rosa y el peluche son apenas un sector del amor, que es algo que existe adultez y responsabilidad” y que “la mayoría de las canciones románticas hablan de un amor que no existe” (a la misma conclusión llegó Julieta Venegas). Incluso cita a Hesíodo: “Al principio de todo había eros y caos” y propone nunca visualizar las relaciones amorosas como una línea ascendente, sino como "un gráfico con picos altos y bajos". Ése es mi gallo.

En el día dedicado al refrán “Cuando la guayaba está madura, llega el pájaro y se la come” (así mismo: ese puede ser el tema de un programa de TV), Fraga deja esta lección: “Todo lo que es importante en la vida siempre lleva tres cosas: 1. En algún momento duele; 2. En algún momento se dificulta; 3. Siempre implica un proceso y un trabajo”.

Debo pararme de la silla y declarar entonces con el corazón en la mano, según el conductor: “En determinada área de mi vida (la que me causa problemas) estoy verde”, para solo a partir de entonces “empezar a ver el trabajo de las abejas que tenemos adentro y producir miel”.


En la emisión sobre la obesidad, Fraga alecciona acerca de que una persona insaciable “esconde a un niño herido que nunca ha sido curado”. Uno tiene, como adulto, que hacerse cargo de su hambre y comer solo lo que se necesita. “Un pico de ansiedad dura apenas 20 segundos”, recuerda y subraya que esa sola enseñanza vale por todo el programa. Habla de tener una relación coherente con el propio cuerpo. "Las dietas no funcionan, funciona aprender a alimentarse bien". Quizás después de ver a Fraga sume un poco más de ganas para escribir mi propio libro sobre mi historia personal de bajar de peso, que debe ser más útil y rentable que escribir de televisión venezolana.

Más cosas que escuché viendo a Carlos Fraga, y que no me parecen desdeñables:
1. "Nunca tendrás el amor que soñaste, siempre tendrás el amor que necesitas" (bajarse las expectativas de perfección)
2. "Los celos son una parte normal del carruaje del amor pasional, y cuando los reprimes, atraes a tu vida a personas que te los echan en cara"
3. "El amor no es un autobús que debes tener suerte para agarrar justo cuando llega a la parada, sino algo que se debe trabajar"
4. "Nunca podrás hacer por los demás lo que no has hecho por ti"
5. "La vida no es justa, es compensatoria"
6. "La justicia que entendemos los seres humanos no es la justicia que la vida maneja"
7. "Hemos sido educados para ser buenos, no para ser felices"
8. "Las relaciones humanas no son fáciles ni difíciles, son complejas"

A diferencia de Fraga, quizás no creo que absolutamente todo en mi vida dependa de mí mismo: no controlo lo que deciden 15 millones de personas ante el tarjetón y cómo incide eso en mi futuro, sobre todo si me desempeño en el sector privado. Pero puedo distinguir a un charlatán de alguien que maneja herramientas con un mínimo fundamento concreto, y por eso recomendaría más La vida es hoy, o salir a patear calle y organizarse, antes que buscar el último video con las pruebas del fraude o la profecía del Angeólogo o Adriana Azzi sobre cuando se muere no sé quién.

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Si yo tuviera un cargo en el aparato comunicacional del gobierno, me basaría en un programa como Mira quién baila (Venevisión, lunes a las 7:00 pm) para hacer una campaña contra la emigración. Entiendo que lo que vemos en la TV mayamera no refleja a todo el conjunto de los latinos en Estados Unidos, pero cuando presencio algo como Mira quién baila, siento como un vértigo ante la posibilidad del exilio y la pérdida de lo que culturamente amo más de Venezuela.

¿Qué hay en una emisión cualquiera de Mira quién baila?
1. Alicia Machado (postulada a "mejor envase corporal desaprovechado de la historia") haciendo el ridículo como una más junto a concursantes desconocidos.
2. Chiquinquirá Delgado animando eso, otro desperdicio.
3. La flaca de El gordo y la flaca, que evidentemente no sabe nada de baile, puesta como jurado.
4. El dichoso poligrafista certificado que no habla español y que le pone el detector de mentiras a un concursante que fingió una lesión de rodilla. ¿No era más fácil una resonancia magnética?
5. La participante tetona puertorriqueña que se quiebra en el testimonial: "Yo tengo el carácter explosivo que tengo porque he tenido que superar esas cosas de la vida" (la mamá se divorció, blablablá)
6. Un homenaje a Selena. Infaltable.
7. Un baile de Bollywood tex-mex.
8. El concursante neoyorrican que aconseja paternalmente al televidente: "Por favor, no text driving"
9. El concursante de España (una especie de doble de Ricky Martin con dificultad para el contacto visual) eliminado que llora no de tristeza, sino de alegría: "He sido muy feliz".
9. Un animador calvo nada convincente acerca de que le gustan las mujeres, como trata de hacernos creer cuando le dice cosas picantes a las bailarinas o a la invitada especial Ninel Conde, y que concluye: "Hoy hemos tenido de todo, emociones, polémica, reencuentros, lágrimas y risas". Y lo más arrecho es que así fue.
Trataré de volver a una o dos emisiones futuras de Mira quién baila para retomar mi tema del vértigo al exilio mayamero y la pérdida de mi identidad cultural: esa inaprehensible vitalidad que respiro, por ejemplo, en la calle Colombia de Catia y sus tiendas que son como un túnel del tiempo.

Twitter: @alexiscorreia

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