lunes, 17 de diciembre de 2012

El Padrino en Santa Mónica


Con motivo de los 10 años del paro de diciembre de 2002, Vive TV estrenó este mes su película para televisión La bomba es nuestra. Personajes principales: Yusleny (la actriz Aurisnair Parra), cajera de supermercado que acaba de comprar con mucho sacrificio una carcachita y se quedó sin bono navideño debido a la avaricia de sus patronos. Don Consilino (Germán Canino, rima), inmigrante italiano y dueño de la bomba de gasolina de Santa Mónica, donde se escenifica prácticamente toda la acción. Wilkerman (Gabriel Menco), humilde pero atlético empleado de la gasolinera que usa gorrita volteada y está enamorado solo de Yusleny. Manuel Andrés (Armando Lozada), especulador humorístico en pequeña escala que transa productos del mercado negro durante el paro. Clara Rosa (Mercedes Bello), luchadora social que atiende un puestico de llamadas telefónicas. “Clara Rosa es socialista y se parece a Lina Ron”, indica la letra del tema musical de salsa “La bomba es nuestra”, cantado por Pabloko y El Sonero es Arte. Su única arma, afortunadamente, es un megáfono.

También está el sargento Chacón (William Camero), lacónico militar que viste el ya descartado uniforme de camuflaje y la individualidad más enigmática y compleja de la producción. Y Perla Zigbiniewsky (Rosalia Poleo), señora de la oposición con pañoleta y abanico que toca cacerola. “Hay que impedir que este mono monte un castrocomunismo”, dice sobre el Presidente de la República, a quien también llama orangután, lo que sugiere un grado mayor de cultura general. Sostiene que "las mejores navidades del mundo se pasan en Orlando" y que "Santa es parte de nuestras festividades" (¿no lo es?). Clara Rosa: "Nosotros los chavistas tenemos que recuperar la navidad bonita, el dulce de lechoza de la abuela".
Yusleny y Wilkerman

Don Consilino acaricia un gato de Angora, y cuando aparece, suena la canción de la película El Padrino.  “Este pueblo está con Chávez como estuvo antes con Carlos Andrés, nos estamos matando por un loco. Chávez va a renunchiare”, reflexiona el italiano, que además de beber buen vino, es especulador: estaciona un camión donde acapara papel higiénico y productos para elaborar las hallacas y que obstruye el dispositivo donde depositará la gasolina la gandola de Pdvsa que todos, escuálidos y chavistas, esperan en la bomba de Santa Mónica, donde pernoctan. “Usted ni siquiera nació en Venezuela”, le reposta el sargento Chacón. El empleo de apellidos extranjeros en La bomba es nuestra debe ser visto más como chiste interno que como indicio serio de xenofobia, pues el director de la película de Vive TV tiene nombre de inmigrante: Mirko Casale.
 Don Consilino: "Chávez va a renunchiare"

La gente en la bomba pelea: “¡Cállate, tierrúa!”, le grita la señora Perla Zigbiniewsky a Clara Rosa, que le responde: “¡Cállate tú, escuálida ignorante!”. Se corean consignas: “¡Ni un paso atrás, fuera!” y “Alerta que camina la espada de Bolívar”. Los escuálidos maldicen, los chavistas no llegan a tanto. Llega una reportera de un canal llamado Globoven, que  se arregla obsesivamente ante los vidrios ahumados del carro (“¿cuándo has visto tú una reportera mamarracha?”... luego veremos una, con un micrófono de Catia TV) y luego manipula en la sala de edición las declaraciones de los entrevistados chavistas, aunque es un personaje secundario. Mientras tanto, Manuel Andrés (una especie de sucesor en caso de que Alejandro Corona quede incapacitado para completar su período) mezcla gasolina de contrabando con alcohol para que rinda y vende el tercio de cerveza a 8.000 bolívares (de los viejos) y las sardinas a 4.000.

La escena de la partida de futbolito es la mejor de La bomba es nuestra, pues por lo menos hay ingenio. Don Consilino, el José Mourinho del equipo de la oposición, indica su táctica de catenaccio: “Defendemos duro. Ninguno pasa. Si pasa, los barremos. Ni un paso atrás. Junior (su figlio) es garantía de gol, en ataque la pelota es de él”. Mientras tanto, Clara Rosa, la César Farías de los chavistas, da un discurso previo de muy diferente índole: “El fútbol es como la revolución. Nada de individualidades. Tenemos que jugar todos y hacer muchos pases. Yo sé de estrategia porque mi tío (un guerrillero) me enseñó cuando estaba en el monte. ¡Un, dos, tres, victoria popular!”. Wilkerman anota un gol de taquito y es el héroe. Hallacazo en la noche de Navidad con los productos del recuperado camión de Conservas Geovanni: "Esta mercancía es del pueblo soberano". Baila la opositora con el revolucionario.

 Matrimonio mixto en la cola de la bomba: chavista y escuálido

¡Porca miseria! El sargento Chacón anuncia que el tanquero Pilín León ha sido recuperado y el paro derrotado. El italiano huye con su camión y, con un guiño al género de horror (una buena película tiene de todo un poquito, vean Titanic), se descubre que además de explotador es homicida: esconde un cadáver en la cava. Además, Don Concilino destruyó todo el sistema eléctrico e informático de la bomba de Santa Mónica. Chacón: “Esto solo lo puede resolver gente estudiada”. Clara Rosa: “¡Sargento! ¡No subestime las capacidades del pueblo organizado!”. Clara Rosa le habla de socialismo y el militar se asombra: “Pero si el Presidente jamás ha hablado de eso”. La luchadora social le corrige, profética: “Por ahora, pero lo hará”. Yusleny, ya con conciencia de clase y empatada con Wilkerman, arregla la computadora de la bomba igual como hacía con la caja del supermercado cuando se guindaba. Y colorín colorado.   

En Twitter: @alexiscorreia