lunes, 10 de diciembre de 2012

Bailarina sin tubo

Uno de los actores destacados de Si me miran tus ojos es Juan Carlos Adrianza (Tato), quien el pasado domingo 2 de diciembre cumplió un año de fallecido. Queda claro: no hablamos de un “estreno”. Es una telenovela venezolana de la productora Laura Visconti que Venevisión tenía engavetada y ahora transmite a las 11 de la noche en galleticas de 30 minutos que, si descontamos los espacios publicitarios, se reducen a 15 o 17 (si la dejas grabada, es buena para gente apurada). Ni siquiera cuenta con un lugar en la web Venevisión.com.


Como muchas cosas en Venezuela, la tierra de la chicha y la limonada, Si me miran tus ojos deja sensaciones imprecisas. Si se le disfruta desde las convenciones de la telenovela rosa (una de chica pobre y chico rico), es un producto aceptablemente profesional que se pudo resolver con modestia de recursos. Quien busque temas más adultos (la protagonista Zair Montes hace de “stripper”, con total énfasis en las comillas, en un antro llamado Pretty Doll) saldrá muy decepcionado si la compara con otros seriados dramáticos que se han adentrado en el mundo de los locales nocturnos, como la colombiana Todos quieren con Marilyn (2004-2005), con Scarlet Ortiz.

Una chica que dice sola en voz alta "Hoy me besó" y suspira como quinceañera en su camita, y luego concluye que “el amor es lo más parecido a Dios que existe”, no puede ser una stripper seria. En dos semanas de telenovela, apenas vi dos escenas cortísimas y sumamente insatisfactorias de “baile exótico” (ni siquiera había tubo), en parte, hay que reconocerlo, porque Zair Montes es el tipo de chama que se ve mucho más sexy en franelita y bluyín que con un disfraz palurdamente copiado de un musical de Broadway.

Mariana Márquez (Zair) tiene todas las justificaciones posibles para “desnudarse” (de nuevo comillas, porque jamás se desprendió de prenda alguna) ante desconocidos: vive en una pensión, vende artesanía tipo Plaza de los Museos, su mamá de crianza requiere un trasplante de hígado y su papá es un apostador hípico desalmado y explotador. Sobra decir que es virgen: Sé que sigue siendo pura”, asegura su convaleciente madre (ESther Orjuela), una pobre señora que, por si fuera poco, siempre está abrazando una muñeca de plástico.

Mariana apenas debutaba en Pretty Doll y ya en el microcapítulo del pasado martes 4 de diciembre había renunciado ("nunca se siente cómoda bailando en este lugar; este no es su lugar. Bueno, esto no es lugar para nadie", explicaba su mejor amiga stripper, Dalila). Esto no salva a Mariana de que las envidiosas antagonistas, los hombres bestializados que la desean y hasta ella misma, mártir de la autoculpa, agoten el diccionario de sinónimos de prostituta: callejera, cualquiera, mujer fácil, mujerzuela, “esa perra”, mercancía en oferta, bailarina de burdel barato y todas esas típicas escenas de telenovela en las que alguien está a punto de decir puta ((hasta suena la “p” como el salto de la tapa de un refresco)  y lo interrumpen. Perdí la cuenta de las veces que Mariana dijo: “Mi vida nunca ha sido fácil”.  

Línea de diálogo de Mariana: "Mujerzuela es lo que todo el mundo piensa de mí, y lo peor es que no puedo culparlos" 

 

Fernando Salaverry tiene tiempo para ejercitarse en el gimnasio (las escenas son graciosas porque llega al gym, hace solo un par de jalones frontales mientras habla paja con el amigo y se va), integra la fallida generación de relevo de una familia de banqueros y dueños de caballos de carrera, es huérfano y debe casarse para que le toque la herencia. Lo hace Carlos Guillermo Haydon, un actor limitado pero físicamente el perfecto príncipe de cuento al estilo de Tom Cruise en Leyenda (en realidad el simil más perfecto lo encontré el domingo 9 de diciembre también en Venevision: el príncipe Caspian de Las crónicas de Narnia 2) . Aquí Haydon funciona como galán, un papel de menor exigencia, a diferencia del más complejo que le toca en Dulce amargo (Televen). Se complementa bien con Zair Montes, no una belleza típica ni perfecta, pero sí un sueño de protagonista y de mujer, vulnerable y creíble cuando agacha la mirada.   

Ben Barnes en Las crónicas de Narnia 2

Línea de diálogo de Fernando: "Quiero alejarte de toda la maldad que hay en el mundo"

Por supuesto, Si me miran tus ojos está llena de concepciones erradas acerca del negocio del striptease, que por supuesto tiene algún vínculo con la prostitución, pero posee sus propias reglas. Es falso, por ejemplo, que los bailes privados se hagan en una habitación con cama (ocurren en un cubículo y con frecuencia bajo la vigilancia de un empleado de seguridad).

La candidez de Mariana y la presunta sordidez del mundo en que se mueve dio lugar a escenas que generan un gozo demencial, como aquella en la que la stripper mala, Milenka (Belén Peláez, curiosamente protagonista de Teresa en tres estaciones de Tves), le da una burundanga, la acuesta drogada, pone a grabar una camarita de video y se la sirve en bandeja a un viejo baboso, De los Ríos: “Te voy a demostrar quién es un hombre de verdad”, dice con los ojos brotados de lascivia.


Cuando De los Ríos ya le ha arrancado parte del vestido, aparece la stripper buena afrovenezolana, Dalila, a la que el baboso también golpea y manda a la cama: “Dos por una”, se relame el desembraguetado, antes de que aparezca un segundo salvador, el Tigre (empleado de seguridad).

En los últimos capítulos que vi antes de escribir la columna, Mariana estaba siendo engatusada para grabar desnuda en una bañera la publicidad de un “nuevo jabón” que sería utilizada en su contra para hacerla pasar por actriz porno y encarcelarla en un allanamiento sorpresa de la policía (?). Lo de actriz porno, por favor, también entre comillas, porque Zair Montes jugando con la espumita en la bañera no llegó ni a softporno.

Tatiana Capote, con look y doctrina Monroe, es perfecta como Amparito, la dueña del Pretty Doll, y se lanza unos diálogos de antología: “Quiero sentirme viva, Tigre, dame ese fuego que a mí se me escapa. Aquí donde las muchachas le roban su aliento a cientos de hombres, yo quiero robarme el tuyo”, le suelta a su joven empleado de seguridad, con el que está encaprichada y al que chantajea con el desempleo. “Sí, amé, y mucho: cada parte de mi cuerpo amó con la fuerza de mil huracanes”, todo esto mientras le bajan las lágrimas negras luego de que le preguntan por el misterio de su pasado.

Daniella Navarro ya no es una adolescente, como se quiere hacer ver en Si me miran tus ojos, aunque siempre es competente en la comedia y convence como la sifrinita materialista Paty.


Juan Carlos Adrianza (1983-2011) como Tato, estilista del Pretty Doll, o algo así
 
En el reparto, además, uno se encuentra con pura leyenda: Manuel Escolano destaca como Felipe, el banquero que al parecer mantiene dos hogares al mismo tiempo con la oficial Josefina (Julie Restifo) y la secretaria Alicia (Gigi Zanchetta). Virginia Urdaneta siempre se vacila los papeles de relleno: "mamá de la antagonista" (Jullye Giliberti como Samantha). La venerable Elisa Stella es Chabela, ama de llaves (¿eso todavía existe?), creo, de los Salaverry. Reina Hinojosa (vaya recuerdos) reaparece como Natalia, otra empleada de los Salaverry. Saúl Marín es Waldo, el chofer de Carlos Guillermo Haydon ("jefazo", lo llama), que le regala una de sus camisas de conquistador: en ese tipo de escenas de generosidad, siempre recuerdo cuando la Barbie le donaba un vestido de fiesta a una brasileña pobre durante el carnaval de Río en una historieta impresa.

El tema musical, una especie de ranchera (“Yo no sé qué me han hecho tus ojos”, de Danny Muñoz), también está por encima del promedio.

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